Redescubriendo nuestras aves y naturaleza
La historia de CONA Suruku’a comenzó en 2021, en medio del caos e incertidumbre provocados por la pandemia de Covid-19. Mientras el mundo intentaba adaptarse a una nueva realidad, un pequeño grupo de jóvenes decidió detenerse a observar lo que muchos pasaban por alto: el entorno natural que los rodeaba. En una ciudad cada vez más dominada por el asfalto, el ruido de las bocinas y el humo del crecimiento urbano, se dieron cuenta de que para gran parte de la población de Itauguá, en Paraguay, los espacios verdes se habían vuelto invisibles.
Movidos por la preocupación y un profundo amor por la naturaleza, estos jóvenes se acercaron al profesor Julio César Oviedo con una idea clara: crear un proyecto que invitara a reconectar con el medio ambiente. Así nació CONA Suruku’a, con el objetivo de enseñar, aprender, conocer, amar y, consecuentemente, cuidar nuestro entorno natural. Fue precisamente este amor genuino por la naturaleza y sus raíces, lo que les permitió ser seleccionados para una mini-beca otorgada por el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell (Cornell Lab of Ornithology).
Las actividades comenzaron en uno de los espacios más destacados de la ciudad: el Cerro Patiño. Este pulmón verde no solo deslumbra con su belleza natural, sino que también desempeña funciones esenciales para el equilibrio ambiental de la región. Protege al lago Ypacaraí y las corrientes de aguas subterraneas, regula el microclima local y sostiene cultivos tradicionales como la frutilla. Durante su primera visita, personas de todas las edades recorrieron sus senderos y, con asombro, descubrieron la increíble riqueza de su avifauna. Entre las especies observadas destacó el Surucuá Aurora (Trogon curucui), un ave de colores vibrantes, que hoy da identidad al club. Esta salida se convirtió en una experiencia transformadora. Se compartió información sobre las principales amenazas que enfrenta el cerro como los incendios, la extracción de piedra y los proyectos de urbanización. Además, se promovió una reflexión colectiva para despertar conciencia y amor hacia este invaluable refugio natural.



En otra jornada, un grupo de estudiantes se unió al equipo en una visita al Cerro Patiño como parte de un proyecto educativo enfocado en la protección de la zona. Esta actividad no solo fortaleció el vínculo de los participantes con la naturaleza; sino también, permitió un enriquecido aprendizaje gracias al acompañamiento de expertos como Aníbal Domaniczky, Fernando Beconi, Dominic Oviedo, Patricia Sánchez y José Sánchez, quienes compartieron su conocimiento y compromiso con la conservación del cerro.


El grupo también exploró los humedales del lago Ypacaraí, en una salida guiada por Edgar Romero y Francisco Capli. Debido al entusiasmo, todos los aprendizajes obtenidos, la experiencia de los guías y la riqueza natural de la zona, el grupo, en un corto tiempo, logró registrar más de 50 especies de aves, un logro significativo para la región. Los participantes aprendieron muchísimo sobre las aves migratorias y residentes, comportamientos específicos de ciertas especies y mucho más.


Luego, CONA Suruku’a y los Guardaparques Voluntarios organizaron una actividad conjunta en el Cerro Koi, un espacio natural declarado patrimonio de la humanidad. En esta jornada de integración y observación de aves, profundizaron sus conocimientos y compartieron estrategias sobre cómo personas voluntarias pueden unirse y contribuir activamente a la defensa de nuestros recursos naturales. Nuevamente, los miembros del club continuaron inspirados a la acción por la protección de la naturaleza. También, visitaron el Cerro Naranjo. Un área que, a pesar de estar sujeta a la intervención humana, aún conserva valiosas especies, como las lagartijas nativas que habitan en el área.


En todas las visitas, los participantes se entrenaron en el uso de guías de aves y herramientas de ciencia participativa como eBird, conectando sus observaciones con una red global de personas comprometidas con la conservación de las aves y sus territorios. Estos conocimientos fueron clave para participar en eventos internacionales como Global Big Day y October Big Day. Durante estas jornadas, reportaron numerosas especies, abarcando diversos ecosistemas: urbanos, humedales y el bosque del Cerro Patiño. Más allá del conocimiento adquirido, estas experiencias dejaron una profunda huella en cada participante, demostrando que la educación ambiental también puede ser entretenida, inspiradora y transformadora.
CONA Suruku’a quiere agradecer profundamente a los coordinadores y miembros de CONA Suruku’a por su dedicación y entrega en la organización de cada actividad. También agradece a los expertos y voluntarios que se sumaron a esta aventura de aprendizaje, y muy especialmente, al Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, la empresa First Análisis y Estudios y a Francisco Capli por ayudarles a hacer realidad sus propósitos.
Las fotografías son cortesía de CONA Suruku’a.
Página desarrollada por Elisa España Cordón.