Los títeres inspiran a proteger a las aves y la naturaleza en Venezuela
Cuentos del Sombrero y del Viento es un colectivo venezolano que realiza educación ambiental por medio cuentos representados por títeres. Les encanta convertir recuerdos y experiencias en relatos llenos de mensajes y mucho amor por la naturaleza y sus aves. Recientemente, recibieron una mini-beca del Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell (Cornell Lab of ornithology) para desarrollar un proyecto llamado MÁS títeres, MÁS aves, MENOS contaminación, pensado para una escuela rural en el sector de Arimacoa y la comunidad de El Salado en Venezuela.
Omar Galbiati, quien lidera el proyecto, describió el lugar así:
«Nos recibieron palmeras, cocoteros, ceibas enormes y plantaciones de cambur y plátano. Mientras caminábamos, pasábamos entre árboles de guayaba y mango, cuyos aromas nos hacían agua la boca. También vimos sembradíos de yuca, patilla y melón, y a pequeños agricultores trabajando bajo el sol en sus conucos. El canto de los pájaros hizo que todo fuera aún más especial.«
Pero, aunque la belleza del lugar fue lo primero que notaron, lo que realmente los motivó fue el deseo de proteger la zona al notar basura y señales de deforestación debido a la cría de ganado. La escuela de la zona los recibió con los brazos abiertos, ya que el proyecto sería una oportunidad para que los niños aprendieran de una manera práctica y entretenida.
Mira que te lo cuento
Para captar la atención de los niños, los miembros del colectivo iniciaron sus actividades con la obra de títeres Mira que te lo cuento. Esta historia cuenta acerca de los desafíos que enfrentan las aves playeras en la isla de Coche. La obra fue creada con el apoyo de AveZona, una organización venezolana que se dedica a la conservación de las aves y sus hábitats y la ciencia participativa.



La presentación despertó una gran curiosidad en los estudiantes, quienes empezaron a hacer muchas preguntas acerca de lo que los títeres contaban, las aves playeras y las aves migratorias. Esto dio lugar a una conversación muy interesante, donde los estudiantes demostraron conocer bastante acerca de las aves de la zona, aunque no sabían de los peligros que enfrentaban, debido a algunas prácticas humanas que dañan el medio ambiente.
Así comenzó la aventura para aprender y compartir saberes, a la que casi todos los estudiantes se unieron con mucho entusiasmo. Juntos, acordaron el cronograma para los próximos días y sellaron el compromiso con el clásico choque de palmas y puñito, ¡un pacto que para ellos es inquebrantable!
A vuelo de pájaro
Con el objetivo de potenciar el aprendizaje de los niños, realizaron una entretenida lluvia de ideas acerca de las especies de aves que los alumnos suelen ver en la zona. Cada uno describió su apariencia y hasta imitaron sus cantos. ¡La lista fue tan larga que tuvieron que pedir un marcador de repuesto!
Incluso los profesores quedaron sorprendidos por lo mucho que los estudiantes participaban. Notaron que cuando los niños se involucran en actividades entretenidas como esta, muestran más entusiasmo que en los ejercicios tradicionales donde solo se evalúa la memoria con calificaciones como «muy bien», «bien», «regular» o «mal».
El nivel de participación fue tan alto que, el salón de clases se convirtió en una verdadera «gritería de aves al amanecer». Entre risas y voces, se escuchaban cacareos, silbidos y graznidos. ¡Era como estar en una jungla llena de aves!



Un paseo al pie de la montaña
Finalmente, llegó el momento de salir del salón de clases para una emocionante excursión para observar aves. Los estudiantes iban acompañados por Jemimah Rivera, una bióloga apasionada, quien les compartió herramientas como binoculares y una cartilla ilustrada de aves para que su experiencia fuera aún más completa. La ruta fue diseñada con cariño por una maestra nativa de la zona, que conocía cada rincón desde su infancia, cuando solía jugar y pasear por allí.







Con una sensación de aventura, el grupo se lanzó a explorar. Cada vez que escuchaban un sonido, se detenían y susurraban: “¡Está por allá… es un…”. Con el mayor de los cuidados, se pasaban los binoculares de mano en mano, cada uno asombrado por lo que veía. Entre susurros y descubrimientos, los estudiantes identificaron las aves que observaban con ayuda de la cartilla y luego aprendían sus nombres científicos. La emoción crecía cuando le comentaban a Yemimah, con toda seguridad, qué ave habían encontrado.
Todos aprendieron muchísimo durante la excursión. Algunos profesores comentaron que, a pesar de ser de la zona, nunca la habían explorado de esa manera. Yemimah también reconoció que fue un aprendizaje mutuo, pues los alumnos demostraron tener un conocimiento avanzado sobre las aves y la naturaleza que los rodeaba.
Hora de cuidar de la naturaleza y el arte de la transformación
Los estudiantes, acompañados por sus profesores, títeres y los organizadores, se dirigieron a una imponente ceiba centenaria que se encuentra en la zona. Al llegar, quedaron asombrados por la paz del lugar. Allí, bajo la sombra del gran árbol, hablaron acerca del importante rol que juegan las aves para mantener el equilibrio en la naturaleza.
En un momento de silencio, todos escucharon con atención los diferentes cantos de las aves. Pero pronto, al mirar a su alrededor, notaron algo preocupante: había mucha basura esparcida por el suelo. Movidos por el deseo de limpiar “la casa de las aves”, los estudiantes decidieron actuar. Se pusieron guantes y comenzaron a recoger la basura que encontraban en su camino, transformando su admiración por las aves en una acción positiva para cuidar su entorno.
Con los desechos que recogieron, los estudiantes se pusieron manos a la obra y crearon títeres en forma de pájaros. Con tijeras, pegamento, pintura y mucha imaginación, cada uno expresó su respeto y admiración por las aves que les rodean. Los títeres resultaron ser tan diversos como las aves que observaron: llenos de colores, de distintas formas, tamaños y diseños.






Alas desplegadas a punto de volar
Finalmente, para cerrar las actividades en la escuela, se organizó una función de títeres creada por los estudiantes. Con esfuerzo y entusiasmo, los niños practicaron, afinando cada movimiento y diálogo. Padres de familia, docentes y otros estudiantes ocuparon sus asientos, ansiosos por presenciar la obra.
Cuando los primeros títeres aparecieron en escena, el público no pudo evitar sonreír al ver la dedicación de los estudiantes de sexto grado. Con energía, los estudiantes dieron vida a sus coloridos personajes, acompañados de bailes, canciones y «revoloteos» que imitaban a las aves que habían aprendido a admirar. Cada pequeño gesto y movimiento reflejaba el cariño y el respeto que los niños habían desarrollado por la naturaleza.
Entre risas y aplausos, los alumnos celebraron el final de un ciclo escolar y el inicio de un vuelo hacia un futuro más consciente acerca de su entorno.
Agradecimientos
Cuentos del Sombrero y del Viento desea expresar un sincero agradecimiento a la Escuela Arimacoa, así como a su directora, docentes y personal de apoyo, por abrir las puertas de su institución y sus corazones. También hacen una mención especial a todos los estudiantes que participaron y a los padres y representantes que los acompañaron a lo largo del proyecto. Además agradece a Vanessa Madriz y a su empresa Pago VZLA Corp. por haber sido esenciales para realizar las actividades.
Fotos son cortesía de Cuentos del Sombrero y del Viento.
Página desarrollada por Elisa España Cordón.